Keep Grinding
Imagina un político dando un maravilloso discurso. Pocos se lo imaginan trabajando en comisiones parlamentarias aburridas votando proposiciones con gente arisca y que no quiere que estés ahí.
Dar un discurso bonito es fácil.
Todos imaginan la vida del Cid, de Lezo, de Gálvez, y merecen la pena, son vidas heroicas y “con sentido”.
Pero lo que hace a un político increíble no es su discurso en tribuna sino su trabajo en los despachos. Lo que hizo grande a Lezo fue que perdió un ojo y siguió, y luego un brazo y siguió, y luego una pierna y siguió.
La historia nos demuestra que no hay grandes discursos si antes no ha habido trabajo gris y monótono, ni momentos heroicos sin un día a día. Ese día a día en el molino es lo que hace un buen pan.
Keep grinding!